24 febrero 2024

Cosas que no son cosas.


Tiene miedo a ponerse de pie, al ruido de los coches al pasar, a las tapas de alcantarillado que suenan al pisarlas y pánico a salir del ascensor. No le gusta que le enreden en la ropa, que le toquen las orejas ni le quiten la gorra. Se quiere cargar al pianista cada vez que le escucha, le aburre caminar entre pasillos, se cabrea y sólo busca un lugar donde sentarse.

Le encantan las mandarinas, las galletitas y las pastas de té. Cada día disfruta del primer chocolate de su vida, los bombones son tornillos, persigue con la vista lo que quiere, cualquier cosa le encanta, a nada hace ascos y todo lo saborea en su máxima intensidad.

Siempre está tranquilo, siempre a gusto y "feliz", se frota en círculo las manos antes de aplaudir cinco veces en vertical mientras silba. No tiene filtro y de vez en cuando suelta por su boca alguna barbaridad que a los diez segundos ha olvidado, que niega haber pronunciado mientras arranca sonrisas a su alrededor.

Nunca fue tan cándido y entrañable, algo bueno tenía que tener esta hija de puta de enfermedad, a aquel hombre de carácter, recio y recto hoy le encantan los niños a los que en su vida se fijó, trata a todo el mundo con una mirada tan cariñosa que inspira ternura y hace de su dependencia un arma de devoción ajena. Su presencia proyecta un sentimiento de amor auténtico, puro y verdadero, de cosas que no son cosas.