19 marzo 2023

Una vida sin dinamo.


Aquellas bicicletas pesaban más que un cochino. En casa teníamos una de color indefinido entre óxido, marrón y rojo viejo. La usaba mi abuelo para ir a trabajar, pesaba tanto que cualquiera diría que la había parido la forja de mi tío Esteban.

Yo no llegaba del sillín al recorrido bajo de los pedales lo que me obligaba a meter medio cuerpo bajo la barra del cuadro y recuerdo que le soltaba la dinamo para que corriera más, aún no me explico como no nos partimos la crisma bajando medio torcidos a lo que daba la gravedad por el empedrado de Las Cabeceras al Cristo, nada nos pasó nunca, algún que otro porrazo de vez en cuando y a bajar otra vez. Lo de subir era ya otra historia, la perspectiva era diferente y la pendiente mucho mayor.

La vida era entrañable, la señora Ana nos nacía el avituallamiento, su puerta siempre estaba abierta, allí entrábamos y salíamos como si fuera nuestra casa, de hecho, en su poyo de los asaos, entre sudores y carreras saciábamos la sed y la buena mujer, a sabiendas de ello nos dejaba sobre la corcha de la tina el cazo dispuesto, uno para todos y todos a beber de uno, nada pasó nunca, nada nos pasaba más allá que alguna que otra cagalera.

Cuando no nos jugábamos el pellejo nos apostábamos un chicle a ver quién escupía más lejos, jugando a los boliches o haciendo mandaos a dos pesetas buscando poleo o pillando higos. Creo que a la vida le gustábamos, de hecho, jugaba alegre con nosotros a vivir.

Peletes en la pila nos frotaban las rodillas con estropajo de esparto, o quedabas limpito o mudabas la piel y nada nos pasaba. Hacíamos guerras con tirachinas y nada nos pasaba, alguna que otra pitera y poco más.

Creo que vivíamos otra vida, aquella vida era diferente y nunca pasó nada, nada nos pasaba y eso que vivíamos sin dinamo.

18 marzo 2023

Palabras vivas.


Entre papeles hoy he leído unas letras de un ser muy querido. La palabra escrita es el terror del olvido, una faena de rencor para el viento que no tiene nada que llevarse. Lo plasmado refresca la verdad en un caño de vida, en un paño húmedo de sentimiento, en una profusión de vivencias, sensaciones y olores rescatados de entre las nubes de la indiferencia. 
Te permiten ir por el mundo vestido de presente en el futuro, sin dolor o con las heridas abiertas, al descubierto o tapado con letra a modo de venda futura, dar vida a quien quieras cuando quieras, sin cuidado ni permiso para sanar. 
Que todo lo que en ese momento quieras quepa en la mochila de unas estrofas, sin más candado que un basto nudo correrizo, que sólo tengas que pulsar teclas para echártelo al hombro y caminar entre las voces del silencio, sin mirar atrás.
Olvidar o recordar, caminar o detenerte, nombrar o callar, ser libre sin conciencia, sin más ataduras que tu propia libertad.
La palabra escrita siempre estará ahí, recordando a quién sin quererlo será siempre recordado, flotando en la vida, en la eternidad.

09 marzo 2023

Cosas chulas.


Recuerdo que en casa de mi abuela había muchas cosas chulas, era un auténtico castillo. Recuerdo un botijo de barro sobre un platillo de esos en los que ponía "Recuerdo de no sé dónde", una mesa camilla con tapa de ganchillo y por abajo un brasero de picón con dos asas y una paleta de hierro para "revolver".

Había un calienta-camas de goma de color azul, una virgen dentro de una bola de cristal que si le dabas la vuelta veías nevar, una radio con botones y una rueda a cada lado, una plancha de hierro, una sartén grande y con el mango muy largo donde mi padre preparaba las migas, un candil de aceite con mecha de "palomilla" y un cajón con velas usadas.

En un trastero del patio al que se accedía por unas estrechas escaleras había un baúl de madera que nunca abrí, muchas revistas viejas, una bicicleta muy grande y pesada, una romana, una cesta de goma de mi abuelo con un martillo sin palo, un hacha oxidada, una paleta, varias cajas con clavos y un par de llanas viejas. En lo alto de un armario recuerdo mucha herramienta que no sé para qué valdría y un viejo balón de reglamento desinflado.

En el patio, sobre una balda a la altura de la pila de piedra había una palancana blanca descascarillada con una pastilla de jabón "Lagarto" en su interior, una cuchilla de afeitar de color bronce que se abría y cerraba con un mango a rosca y una brocha de pelo con mango de nácar blanco. Muy chula. Había también una muy usada tabla de madera para lavar y un cepillo para blanquear atado a un palo con restos de cal blanca que a mí me parecía muy largo.

Había muchas cosas chulas en casa de mi abuela.