19 noviembre 2016

El carril rosabici.


No sé con quién habrá que hablar pero hay que modificar el santoral pero ya!, ya mismo! no sé a qué estamos esperando, hay que crear el día del San Peatón de los Urbanitas, San Sufrido Caminante Hasta la Playa de Peligros o como se llame, un icono de deidad al que rendir culto y solicitar amparo ante la tiranía de San Bicicleto Urbano, alguien que te proteja de las miradas asesinas de quienes reglamentaria y ajustadamente amparados a su derecho haga lo que le salga de los huevos por el mero hecho de ir montado en bici por donde le salga de ahí mismo, alguien que nos proteja de los vergonzosos riesgos físicos en caso de pisar la linea que delimita el carril rosabici de uso privativo y exclusivo por parte de los comoloinvadastepartolaboca, que nos aclare si tiene que parar en los semáforos o no como todo hijo de vecino, si debe o no bajarse del artefacto en los pasos de cebra y nos aclare de una putísima vez si es usuario de vehículo a tracción animal de dos patas o peatón para ir por la acera haya o no carril rosabici cuando le salga de los cojones.
Yo creía que lo de los carriles rosabici estaba muy bien para disfrutarlo con los más pequeños pero no, es para matones con pelos en las bolitas paseando sobre dos ruedas y deseando que alguien se les cruce para volcar su amargura vital. 

La behache.


En mi época había dos clases de niños. los que tenían bici y los que no, que pena de los segundos, nos moríamos de envidia.
Creo que entre nosotros el único que la tenía era José Manuel y de casta le viene al galgo, hoy es uno de esos banqueros que no bancarios asquerosamente montados en pasta y del que curiosamente he vuelto a saber por la prensa más de cuarenta años después.
Era una behache blanca con el manillar y guardabarros cromados, toda una behache y de las buenas. El tener una bici de esas era todo un lujo, si tenías una bici y encima era behache tenías un montón de amigos y si además merendabas bollos de aquellos que venían en una bolsa de plástico transparente tipo perrito caliente rellenos de nocilla... entonces ya eras Dios.
Nos poníamos en fila para que nos dejara dar una vuelta alrededor de Itxas Mendi que venían a ser algo así como trescientos metros a mayores, unos trescientos metros para lucirse a tope, trescientos metros de los de mentiras, pero qué trescientos metros...
Hoy la cosa ha cambiado, hoy hay dos clases de niños, los que tienen móvil y los que no. Que pena de los primeros, y encima merendarán veneno mimetizado en asquerosos bollos de esos rellenos de nocilla...