13 octubre 2014

Cuatro gotas.



Siete de la mañana, suena el despertador, hay un ruido de fondo contra la persiana que me confunde y digo... "Me da que está lloviendo" a lo que la "listuca" que me largaba de la cama estirantándose por el catre me suelta alegremente... "Anda, anda, tira que son cuatro gotas".Nada, ...pues lo serán.
Me ducho, me afeito, me perfumo (por si acaso y tal...), desayuno rápido, me visto y a la calle. La madre que la parió, asomo el morro a la fresca y... la virgen!!!! llovía... como tiene que llover, como ha llovido toda la vida y parece que se nos había olvidado, llovía haciendo ruido, botando en el suelo con mala baba, alevosía y ensañamiento, vamos, salpicando con dos cojones y como diciéndome... sal si tienes huevos!.
El tomatito aparcado a unos veinte metros del portal y el pobre Pin desarmado y en manga corta. Jamás pensé que veinte metros eran tantos metros, el coche estaba como en las Azores o más allá pero no quedaba otra, hay que ir a currar osea que, ¡¡vamos legionario!! a arrastrar la rodilla, vamos, lo que para otros es correr.
Lo primero que haces al salir pitando bajo la lluvia es esconder el cuello alzando los hombros, que gilipollez, como si el agua dijera... "Nooo, a ese nooooo, que va encogido el pobre..." miras para el suelo como si fueras a ver algo, te va a dar igual, si lo sé me hago el chulito y voy paseando hasta el coche... me hubiera dado igual.
En veinte metros ni el Ben Jhonson ese de los tripis me pilla, en veinte metros hice dieciséis regates, catorce saltos de longitud, los veinte metros obstáculos y además..., sin cuello, con dos cojones, pero dio igual, en ese espacio cogí todos los charcos del mundo, pisé sobre toooodas las baldosas flojas y cuando llegué al tomatito... el muy cabrón se alinea con la lluvia y se divierte moviendo su cerradura para joder y no dejarme abrirle la puerta. Porque me cae bien y lleva conmigo muchos años que si no..., cuando me dejó entrar... lo de mis pantalones era de chiste y la camisa pesaba tres arrobas así que empapé el asiento, ¡que se joda! solo me faltaba el gorro de baño, las chanclas y la toalla.
Lo suyo entonces era subir a casa a cambiarse y de hecho se me ocurrió, lo suyo era subir y meterme en la cama así como iba con la de las cuatro gotas... pero mi otro yo, el bueno, me dijo... déjala, o la dejas o la matas.
La muy cabrona, cuatro gotas...

Buenos días.