07 marzo 2024

Chalecos acolchados.



Hoy tenía dentista a determinada hora pero la torrija matinal me hizo pensar que era media hora antes, así que me senté al sol a ver pasar la vida un rato. Frente a mí, sentada en un banco, una mujer a la que no le llegaban los pies al suelo compartía tan higiénica misión.
La gente pasa, viene y va, unos suben, otros bajan pero curiosamente, todos con cara de enfadados, la gestoforma facial habla por sí sola. Todo Dios cabreado.
Un tonto a las tres que baja a toda leche con un patinete eléctrico entre la gente, un "papito" de más de 65 tacos cogido de la mano de una mujer que no pasaba de los 40, tres jubilados que arreglando el mundo se sientan en el banco de al lado y discuten entre ellos a ver quien la suelta más gorda, una mujer que pasa con la franja del bolso de Bimba y Lola atravesada hablando por teléfono, lo hace con su hija, de lo que se entera todo el que con ella se cruza, una chica que recoge con una bolsa negra en la mano los excrementos calentitos de su perrito, dos extranjeros que pasean empujando cada uno una bici de alquiler, un hombre de mediana edad que camina lentamente con su madre de la mano, dos piraos de la vida en mallas que corren al trote con auriculares, el motocarro de los de Parques y Jardines aparcado en mitad del paseo, el menguado del ciclomotor que pasa con el casco puesto como cocotera y a escape libre, un matrimonio muy mayor que evidencian la indefensión de la edad,  una chica que chatea con el móvil mientras camina, una "sueca" con pañuelo en la cabeza y falda larga que enreda ente la basura con un gancho en la mano y con lo que en su día fue un carrito de bebé al lado, el camión de agua de Solares que aparca sobre la acera para descargar y servir a los bares de la zona, una chica extranjera que pasea a una señora mayor en silla de ruedas y mucho chaleco acolchado, chalecos acolchados hasta en la sopa.
Y así pasa la vida mientras llega mi hora, la de entrar al dentista digo.

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