Tengo una navajilla que ni es navaja ni es ná, es un ente que pulula por alguno de mis cajones y de vez en cuando, muy de vez en cuando aparece y se deja ver justo cuando busco otra cosa, cualquier otra cosa menos a ella.
Ni es navaja ni es ná, es más, le falta la mitad de la hoja porque sin saber cómo, dónde ni cuándo debió de partirse en dos pero ahí está, tras más de treinta años que la tengo ahí está, sin filo, no pincha ni corta y como ya no se abren cartas ... pues ni eso.
Hoy, buscando algo que ya no me acuerdo la encontré, lo que buscaba ya no importa, la encontré semi escondida entre cargadores de móvil, teléfonos viejos, cables, barras de incienso, cedés con fotos, un bote de Nivea, una caja de pilas y una cámara de fotos del Pleistoceno, ahí está, mostrándome su existencia, recordándome que ahí sigue, donde algún día debí de dejarla, no lo sé, supongo, sólo sé que hace años, muchos años que la tengo y sólo por eso seguirá ahí, entre cargadores de móvil, cables y pijadas, donde un día volveré a encontrarla y me sorprenderá de nuevo recordándome que existe, que está ahí.
No es navaja ni es ná, no tiene filo, le falta media hoja, no pincha ni corta pero es mi navajilla y ahí seguirá estando y lo hará porque un día, hace años, muchos años..., me la regaló mi padre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario