18 marzo 2015

Regardier en arrière.

Mirando atrás recuerdo una anécdota cuando menos hoy "graciosa", entonces no lo fue tanto, para nada y no se rían que es una cosa muy seria.
Yo empecé a estudiar francés cuando apenas tenía séis o siete años, lo que ahora se llaman "las complementarias" entonces era "la particular" y nos la impartía un profesor que se llamaba Don Carlos. Aquel profesor metía más horas en el colegio que el conserje puesto que cuando salíamos nosotros entraban los adultos, lo que nosotros llamábamos personas mayores, a los que daba clase para sacarse el graduado escolar. Entre aquellos por cierto estaba mi padre. 
Aquella clase jodía un montón, cuando los demás salían a las 6, nosotros nos teníamos que quedar una hora más en clase con Don Carlos, una hora de "vocabuleg" mientras escuchábamos de fondo los gritos y balonazos en la calle, crueldad añadida pero..., mi madre se empeñó en que estudiara francés y ...
Una de aquellas tardes de playa y eterna digestión antes del baño, me falló la táctica que habitualmente utilizaba, y aquello de acosar y coser hasta el aburrimiento a mi madre cada cinco minutos con el "mamá, que hora es, mamá que hora es y mamá que hora es" alternándolo con el preguntar insistentemente "mamá ya es la hora?, mamá ya es la hora? y mamá ya es la hora?" se volvió contra mi. Vaya que si se volvió...
A nuestro lado, a menos de cinco metros se encontraba una familia de franceses, por lo menos entre ellos hablaban en francés, y a la lista de mi madre no se le ocurre otra que decirme... "pregúntaselo a los franceses" mientras se reincorporaba y me empujaba hacia los gabachos.
Yo me resistía y negaba la mayor, ni de coña iba a preguntar la hora a los franceses y mucho menos en francés pero ella... erre que erre,  hasta llegar a chantajearme sentenciando... "O se lo preguntas a los franceses o no te bañas". No me quedaba otra.
La madre que me parió, nunca mejor dicho, me puso entre la espada y la pared, o preguntaba la hora a los gabachos o no había baño, así que no me quedaba otra y después de negarle diez veces me resigné, armé de valor y educadamente les espeté... "Quelegetilsilvuplé? a lo que el franchute con irónica sonrisa por cierto que llenaba su asqueroso rostro me contestó... "Las cinco y cuarto, no se te arregla para bañarte macho"...
Noooooooooooooooooooooooo, tierra trágame!!! me faltaba playa para correr, lo primero que sentí fue un impulso matricida desconocido, una vergüenza que aún hoy mi madre recuerda y un ridículo memorable en los anales del sonrojo. Creo que aquel día batí el record olímpico y mundial de carrera de tropecientosmil metros lisos con ganas de matar a una madre, es más, aquel día Forest Gump era un puto mindundi al lado mío.
Tardé en volver por donde estaba mi madre, bueno mejor, por donde estaban los gabachos, me podía el bochorno y las ganas de matarla. Es más, creo que se me quitaron las ganas de baño... 
No se rían que es una cosa muy seria, esto es lo que mi hermana dice mirar "patrás", "regardier en arrière". La madre que me parió...

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