25 marzo 2015

Túnicas moradas.


Ya están aquí, ya vienen los siniestros de la caperuza, los tenebrosos sin causa, pero tranquis todos que no pasa nada, no es el kukusklán ni nada parecido, es la semana santa y eso está muy bien, son unos días de fiesta cojonudos para escaparte por ahí y además suele hacer muy bueno excepto en Sevilla que llueve siempre, pero bueno, a decir verdad es que hay cosas de la semana santa que por lo extraño y a veces lúgubre, llaman la atención y algunas hasta acojonan y eso que afortunadamente ya no es como antes, entonces era peor y encima no tenías vacaciones.
Eran días tristes y de cara circunstancial por decreto, de pena fingida y miradas mudas, todo estaba cerrado. En la tele, procesiones, conciertos interminables, misas eternas y pelis de romanos y en la radio no era muy diferente, música de paso lento y locutores con voz afligida, compungida, como de paciente en pleno tacto rectal, además, el copuleo era pecado mortal y estaba prohibido hasta sonreír, de hecho, nos decían que eran días de pena, ayuno, reflexión, purificación, cognición, sacrificio, arrepentimiento y la virgen santa, osea, que por cojones tenía uno que sentirte como un penitente temeroso, acojonado, mal consigo mismo y culpable de no sé qué...
Hoy ya no es lo mismo, es más, los curas alternan con güisqui con cola y en la tele hasta echan pelis de Bruce Willis, pero aún así, el coso sigue teniendo su cosa, su queseyó, como lo del ramadán cristiano por ejemplo, lo que viene a ser la dieta por Ley. Se trata del rito de no comer carne los viernes de cuaresma, ni carne ni embutido ni nada rico que se le parezca, pero el caso es que hace años el asunto era cojonudo..., no podías catarla a no ser que fueras militar, picoleto o te presentaras en casa del cura y pagaras la bula, vamos, lo que viene a ser que,... o sueltas la panoja o te jodes y cuidadín que otra cosa era el como podías salir de allí, dicen las malas lenguas que desde su habitación tenía unas vistas a Cuenca que flipas. Eso dicen... 
Luego está lo de la penitencia pública, eso si que acojona. Los hay que van de rodillas con la espalda hecha polvo por auto flagelo con una especie de látigo que flipas, los que se dejan crucificar con clavos de los que pinchan de verdad, los que van amarraos con una soga a una cruz que debe de pesar la de Dios o los que les da por ir de rodillas arrastrando una cadena de la virgen mientras recorren siete iglesias. No me digas que eso no acojona..., el caso es que extrañamente, los arrepentidos esos no pisan una iglesia el resto del año ni pa cristo...
No es un tópico, es lo típico de estas fechas, son cosas de siempre como el cura bajo palio, los gestos sin sonrisa, las estampitas de cristos espinados, los nazarenos, los burkas en mirada ajena, los capirotes macabros, el beato boato, los lentos redobles de tambor, los profundos berridos de llanto, las saetas desde la ventana, los balcones alquilados, los trajes oscuros, las corbatas negras, las mujeres de luto, las mantillas misteriosas, los medallones al pecho, los cirios encendidos, la cera derretida, las palmas de ramos, los ramos de olivo, el olor a incienso y las mil y un procesiones petadas de devotos que al día siguiente te puedes encontrar en cualquier antro de lucecitas de neón y mujeres en bragas. Es lo de siempre, lo que se llama cristiano a tiempo parcial o católico en funciones.
Pero bueno, a decir verdad, entre tanta aflicción y pesadumbre, la semana santa también tiene cosas menos oscuras, cosas como las vacaciones, la tortilla de calabacín, los bocatas de rabas, las monas de pascua, los bollos de anís, las torrijas con miel y como no … ¡¡¡el bacalao con tomate!!
Pues eso, que ya están aquí, que vienen los del cirio y el capirote así que disfrutemos que aún... "podemos", vivamos la semana del arrepentimiento, la fe ajena y aflicción fingida, vivamos la fiesta del hábito, la sotana y las túnicas moradas.

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