04 octubre 2023

Siempre


Esta foto la he encontrado por casualidad en Internet y mi interior ha sonreído, me ha recordado a tiempos vividos con mi abuela Andrea.

Mi abuela lo hacía todo, arreglaba la casa, cocinaba, iba a comprar y subía a los Canchos Blancos con una tina de barro en la cabeza a llenarla en la fuente y dar de comer a los cochinos y siempre, siempre que yo estaba en el pueblo, iba con ella. La quería con delirio.

He escrito mucho, muchísimo sobre ella, pero no me canso, cualquier cosa puede traerla a mi memoria, mi abuela es una fuente inagotable de amor.

Vivíamos en una casita muy pequeña, de dos alturas, con habitaciones con cortinas como puerta, un largo pasillo que moría en un patio con gallinas, la pila de lavar a la derecha y una letrina en la esquina del fondo, si, habéis leído bien, no teníamos cuarto de baño y mi abuela me bañaba en un balde de latón con jabón Lagarto, esa era mi piscina y yo, más feliz que una perdiz.

A la calle donde vivíamos aún hoy se le llama "el valle segundo", evidentemente porque esta entre el primero y el tercero, nadie la llamaba Hernán Cortés que es como se denomina, pero todo el mundo sabe dónde está. Por aquella época creo recordar casi todas las casas casi iguales y blancas... hoy, proporcionalmente hay tantas derruidas o vacías como ocupadas.

Para blanquear la fachada utilizaba un palo en el que en la punta ataba con cuerda de esparto una especie de cepillo por su mango con el que esparcía por la fachada la cal aguada, mientras yo jugaba por allí con mis primos al "guá".

Recuerdo a mi madre fregando las manchas blancas esparcidas a lo largo de la acera que producía el goteo, lo recuerdo como si fuera ayer, ayer hace más de 55 años… su pelo canoso, girando y enredando su moño mientras con la boca mantenía dos horquillas, su camisa negra, su siempre húmedo mandil a cuadros con dos bolsillos, en uno de ellos por cierto guardaba el pañuelo multiusos, con el que lo mismo nos limpiaba los mocos que curaba una herida o me secaba el sudor...,  siempre con sus zapatillas negras, siempre con su eterna sonrisa. Siempre.

Esta foto me ha alegrado el día.

1 comentario:

Pepe. dijo...

Cuánto añoramos los de nuestras generaciones a los abuelos. A mí, todos los días me vienen a la mente.